domingo, 28 de febrero de 2016

Testimonio de ALC


Mi historia es muy sencilla.
 Desde niña tuve cuidado de usar ropa "decente" pero no siempre tenemos la orientación para decidir en qué consiste eso. Yo me limitaba a evitar escotes y ropa corta, ajustada o transparente. Nunca me pareció que los pantalones holgados fueran malos.
Sin embargo poco después de casarme caí en la cuenta de que no sólo se trata de ser "decente" sino también femenina. Y los pantalones son a final de cuentas una copia de la ropa mascuina. Una masculinización de las mujeres promovida por las feministas. También caí en la cuenta de que por muy holgado que sea un pantalón siempre recalca de algún modo la silueta de las piernas y la cadera. Eso para los hombres no es de ninguna ayuda.
Así que me decidí. Regalé todos mis pantalones y listo. No hubo más remedio. No había vuelta atrás...
Sin embargo fué pará mí muy importante tener la motivación y las razones para ello. Por que la tentación de despreciar a las mujeres de pantalon se presenta muy grande. Un  cambio así y llevarlo a cabo exige (sobre todo al principio) mucho esfuerzo y uno puede preguntarse pará qué tanto trabajo si es sólo cuestión de gustos . O peor aún si se trata de una cuestión moral o de conciencia uno puede sentirse superior a las demás.
Así que decidí que era algo más personal. Un sacrificio que yo quería ofrecer a Dios y punto. Claro que con el paso de los días se convirtió en algo absolutamente natural para mí. Vivo realmente sin estar conciente de que mi ropa es "diferente".
Como ese cambio lo hice cuando mi hija mayor era bebé pues ya comprenderán que ella no conoció los pantalones... ni tampoco sus otras dos hermanas.
Así que hemos sido una familia de falda desde "casi siempre" .

 Espero poder aportar sugerencias prácticas que les ayuden en esta aventura.

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