Veamos que nos dice el catecismo de la Iglesia católica sobre el pudor:
2521 La pureza exige el pudor. Este es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas.
2522 El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer entre sí. El pudor es modestia; inspira la elección de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción.
2523 Existe un pudor de los sentimientos como también un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicación a hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes.
2533 La pureza del corazón requiere el pudor, que es paciencia, modestia y discreción. El pudor preserva la intimidad de la persona.
Entonces en resumen el pudor protege y cubre lo más íntimo de la persona, es la virtud que nos enseña a preservar nuestra intimidad de los extraños, a no mostrar lo que debe permanecer escondido. "reconoce el valor de su propia intimidad y respeta la de los demás. Mantiene su intimidad a cubierto de extraños, rechazando lo que puede dañarla y la descubre únicamente en circunstancias que sirvan para la mejora propia o ajena". (Teología de la perfección cristiana". Rvdo P. Royo Marín. )
Bibliografía
Catecismo de la Iglesia Católica
Curso: Las 54 virtudes atacadas La Modestia y el Pudor Marta Arrechea Harriet de Olivero "Teología de la perfección cristiana". Rvdo P. Royo Marín. Editorial BAC. Pág. 612.
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